¿Objetivo cumplido?

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Al término del partido un grupo nutrido de la barra se hizo presente en la antesala del vestuario con los bombos y las trompetas con la misión de insultar a los jugadores y al cuerpo técnico. Los mensajes eran claros y directos: al plantel le pedían que pongan huevos y que transpiren la camiseta porque sino iban a “cobrar”. Al técnico que se vaya.

El crédito de Mohamed se iba acabando y eran muchos los dirigentes que de a poco le fueron soltando la mano. Con la barra a metros del vestuario, el entrenador se vio obligado a suspender la conferencia de prensa y la salida del equipo se demoró más de la cuenta. A un vestuario ya caliente por la derrota se le sumo el malestar de la gente.

La presencia de la hinchada en ese lugar no fue casual. La bronca ya viene desde la Copa Suruga Bank que se perdió en Japón y la gota que rebalsó el vaso fue la derrota en Brasil. Fueron por sus propios medios, pero nadie les impidió llegar a donde llegaron.

Pasados unos minutos, se dirigieron a esperar la salida del micro. Las canciones eran las mismas e iban dirigidas a las mismas personas. Los jugadores también se retiraron sin dar declaraciones (salvo Facundo Parra) y Mohamed sólo dijo al pasar: “Mañana hablo yo”. El único dirigente que se vio junto a la delegación fue al Presidente del Departamento de Fútbol, Leandro Battafarano, lo que es una clara señal de que el descontento también es dirigencial. Los jugadores y el “Turco” se fueron insultados en el micro que dejó el Libertadores de América con la marcha fúnebre de fondo.

La barra mostró su descontento, los dirigentes hicieron la vista gorda permitiendo que esto suceda y Mohamed, a partir de mañana, dejaría de ser el técnico de Independiente.

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