Saldó la deuda sufriendo más de la cuenta

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Después de un viernes más que agitado, toda la parte roja de Avellaneda estaría pendiente de lo que ocurra en el partido del sábado ante Colón. Las idas y vueltas, los compromisos económicos impagos, los conflictos internos del plantel, los entredichos de los dirigentes y el problema del descenso saturaron a los hinchas que se acercaron al Libertadores de América para reclamar SU propia deuda, esa a la cual el equipo no había podido hacerle frente con resultados concretos debido a la irregularidad de rendimiento. Para bien de todos, los jugadores hicieron caso al reclamo y lo saldaron con creces al quedarse con tres puntos fundamentales para resurgir.

Desde el punto de vista futbolístico, se observó mucha actitud en el primer tiempo y buen juego asociado para buscar espacios y utilizarlos de la mejor manera. La pasividad de los mediocampistas y defensores de Colón fue de gran ayuda para que Patricio Rodríguez vuelva a ser el eje del ataque de Independiente: con un interesante desborde y un centro desde la izquierda, el 10 le sirvió el gol a Parra y, luego, de una gran maniobra suya, nació el 2-0 parcial. La gran capacidad para tener la pelota y distribuirla con criterio hizo que el Rojo sea más que el Sabalero a la hora de aguantar y jugar.

Los cambios de Antonio Mohamed tuvieron muchos puntos a destacar, para bien y para mal. Al ingreso obligado de Galeano por el lesionado Matheu, se le agregó la sustitución de un agotado Rodríguez por un cuestionado Silvera. El equipo comenzó a ceder la pelota hasta que el visitante golpeó a través de (una vez más) Esteban Fuertes, algo previsible si se tiene en cuenta que el nexo más claro entre mediocampo y ataque (Pato) ya no estaba en el terreno de juego.

El entrenador se vio obligado a reforzar la mitad de la cancha con un volante de contención, en este caso Roberto Battión, haciendo salir a Eduardo Tuzzio para que Iván Vélez se retrase y conforme la línea de 4 defensores. Si bien logró equilibrar el nivel de juego, quizás hubiese sido más productivo en su momento cambiar al Pato por Lucas Villafáñez, ya que el comodorense tiene características similares a las del 10. Tal vez el partido se hubiese cerrado antes sin sufrir más de lo que en definitiva se sufrió, pero claro, no es posible saber exactamente qué hubiese sucedido.

En los minutos finales, el pago por tanta tensión y nerviosismo llegó a través del Cuqui, quien convirtió el tercer gol con un poco de “ayuda” luego de una gran maniobra de Gracián y Parra. El miedo a empatar nuevamente un partido ganado por dos goles fue expulsado del estadio por el grito de desahogo de simpatizantes y jugadores. Al parecer, si no se sufre, no vale. ¿Se sufrió? Sí. ¿Valió? Muchísimo…

Los dos triunfos en forma consecutiva saldaron la deuda del plantel con los hinchas, quienes esperaban una levantada definitiva sin dejar más puntos en el camino. Costó, pero se consiguió con mucha actitud al igual que en Bahía Blanca. Mientras tanto, la otra deuda: la dirigencia busca ponerse al día con los jugadores para no tener más problemas. Esperemos que Independiente llegue al final del campeonato con todas las deudas saldadas, ya sean futbolísticas o económicas.

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