Avellaneda es mía

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Independiente no sólo ganó en la cancha, también hubo baile en las tribunas. El hincha del Rojo tomó este clásico como algo especial. El envión anímico que necesitaba el equipo para salir del pozo.

En las semanas previas, los diferentes grupos que conforman las tribunas se organizaron para hacer un recibimienton histórico. El club también colaboró desde su lugar con más de 30 mil globos rojos y una lluvia de papeles al momento que salió el equipo.

Ya en la previa, los alambrados y paredes del Libertadores de América lucían tapados de las habituales banderas. Cuando los jugadores pisaron el campo de juego, la cancha se tiñó de rojo. Centenares de latas de humo, pintaron de un rojo furioso a las tribunas. El partido se jugó a cancha repleta. Bombos, trapos largos y muchas banderas de palo en la Sur. En la norte, más de 20 bombos y trompetas hicieron cantar a todo el estadio. La barra aportó sus clásicas banderas y muchas sombrillas.

Tampoco faltaron las clásicas cargadas, como letras “B” pintadas de celeste y blanco, banderas haciendo alusión al descenso de Racing, otras reflejando la paternidad en el historial y sobre el final apareció otra dirigida a la cúpula de La Guardia Imperial.

El hincha está comprometido para sacar a Independiente adelante. A seguir así, aportando nuestro granito de arena desde el lugar que nos corresponde. ¿Todavía siguen discuntiendo quién es el dueño de Avellaneda?