Graves incidentes, afuera y adentro de la cancha

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El Estadio Pacaembú fue zona de guerra, antes y después del partido. Los hinchas del Santos lastimaron a los de Independiente y más tarde suspendieron el encuentro con bombas de estruendo.

Una vez más, no la pasó nada bien el Rojo en Brasil. Y no por el resultado, sino por la furia criminal de los torcedores locales, enojados por el fallo de Conmebol que le dio el 3-0 al equipo de Ariel Holan en la ida. Ya en la noche anterior al partido, los dirigentes de Independiente denunciaron que los simpatizantes del Peixe arrojaron bombas de estruendo en el Hotel Pullman Airport donde estaba alojada la delegación roja.

La violencia siguió el día del partido. Primero, con complicidad de la policía, que liberó la zona de ingreso de los visitantes mientras hacían la fila para entrar. Los hinchas del Santos prepararon una emboscada y mucha gente de Independiente terminó con cortes y golpes, escapando como podían de una cacería humana.

Lo peor, increíblemente, estaba por venir. A falta de 12 minutos, con el partido 0-0 y la clasificación de Independiente casi consumada, los hinchas del Santos arrojaron bombas de estruendo cerca del banco de suplentes del Rojo. Más gente se sumó para intentar romper las rejas y alambrados, desbordaron el operativo policial y el árbitro decidió suspender el partido.

La misma historia de siempre en Brasil. Independiente se plantó y se trajo la clasificación una vez más, pero volvió a pasarla mal adentro y afuera de la cancha. Teléfono para la Conmebol y todos los encargados de la seguridad, que siguen sin cuidar al Rojo cuando pisa suelo brasileño.

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