Puntajes Rojos vs. Almirante Brown

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Diego Rodríguez (3): No participó en todo el partido. Como ocurría en Primera División, le patearon al arco una vez y fue gol. Poca respuesta, se quedó clavado en lugar de salir y cortar el centro.

Gabriel Vallés (4): Por su sector vino el gol del empate. En ataque tuvo algunas participaciones que terminaron muy mal.

Samuel Cáceres (2): Flojo partido del central, se lo notó con muchas dudas cuando tenía la pelota en sus pies. Abusó del pelotazo y le regaló muchos balones al rival.

Sergio Ojeda (3): Responsable junto a Villalba del gol de Figueroa. Son momentos del partido donde no podes fallar.

Lucas Villalba (3): Poco aporte en ataque y falla en la jugada del empate de Almirante.

Marcelo Vidal (2): Un Vidal desconocido. Se escondió todo el partido y nunca se hizo dueño de la mitad de la cancha. No se mostró nunca para salir jugando, ni siquiera en los saques de banda.

Federico Mancuello (6): El mismo sacrificio que viene mostrando en los últimos partidos. Con eso, le alcanza para ser lo más regular de Independiente en 2014. Presiona a los rivales, aparece por izquierda, por el centro, pisa el área rival y casi le da en el segundo tiempo la victoria al Rojo, pero su cabezazo se estrelló en el palo.

Hernán Fredes (4): Metió un golazo y nada más.

Federico Insúa (4): Tuvo algunos destellos del Insúa que todos conocemos. Luego se sumó a la mediocridad del equipo.

Matías Pisano (2): Ya no se muestra, no la pide, no patea al arco. Está a años luz de ser el jugador que era en sus primeros partidos.

Facundo Parra (3): Se dedicó a pelear todo el tiempo con los centrales de Almirante. La única clara que tuvo la desaprovechó.

Sebastián Penco (3): Ingresó por Parra y a los pocos segundos fue amonestado. Tuvo una chance clara con los pies que terminó pifiando y luego intentó colocar un cabezazo que se fue cerca del palo.

Cristian Menéndez (3): En los pocos minutos que estuvo en cancha, hizo más que Pisano. Al igual que Penco, erró una chance clara.

Francisco Pizzini (-): Jugó pocos minutos, claro está, con el mismo miedo de siempre.