Independiente perdió 2-0 con Belgrano y quedó eliminado en octavos de final de la Copa Argentina en el Gigante de Arroyito.
Probablemente sea la mayor antítesis de un equipo del Rojo de un semestre al otro. De la intensidad a la pasividad total. Del hambre por ganar a la inexplicable sensación de estar con la panza llena. De la intención de llevarse puesto al rival desde el minuto 0 a regalar sistemáticamente los primeros tiempos.
En un primer tiempo donde el Pirata anuló los circuitos de juego de Independiente, sumado a una actuación deplorable de Felipe Loyola y Luciano Cabral en la mitad de la cancha, a los de Julio Vaccari nunca se les cayó una idea. Santiago Montiel fue el único que pudo, a duras penas, lastimar por las bandas con sus desbordes. Sin embargo, casi siempre finalizó mal las jugadas.
El rival lastimó al Rey de Copas a través de la pelota parada y los desacoples defensivos a espaldas de una defensa que parece pedir a gritos a Sebastián Valdéz. Y así fue como llego el gol contrario, ya que a los 46 minutos del primer tiempo, Franco Jara le ganó a Kevin Lomónaco, que lejos está de quedar exento del resto, y puso de cabeza el 1-0.
Para el complemento, la pesadilla (por lo menos para el hincha), siguió transformándose en realidad. Sin dinámica, asociaciones o siquiera peligro individual, nunca supo inquietar al Thiago Cardozo, arquero contrario. Un mediocampo inconexo y con poca voluntad para pedir la pelota. Y un Gabriel Ávalos junto a Walter Mazzantti que poco hicieron para explicar que sigan en el 11 titular.
Finalmente, la decepción se iba a sellar. A los 71′, Lucas Zelarayán controló, se acomodó, pensó 2 o 3 segundos qué decisión iba a tomar y con total libertad disparó contra un palo de Rodrigo Rey para sentenciar las cosas 2-0.
En la previa, Independiente era candidato porque demostró el semestre pasado que tenía con qué. Eso hizo que los aplausos caigan de los cuatro costados de la cancha cada 15 días. Hoy, con apenas una baja en el equipo frecuente en comparación al campeonato anterior, pareciera que nada de eso ocurrió, más bien todo lo contrario. Preocupante.